Con gozo y gratitud, recordemos siempre que SÉ FELIZ, pues en el horizonte de nuestras jornadas, Dios, el amoroso arquitecto del universo, nos brinda la promesa inquebrantable de que para cada puerta que se cierra, allí aguarda una llave oculta en su inmensa sabiduría, lista para desvelar el siguiente capítulo que nos aguarda en el gran libro de nuestra existencia.
En la travesía de nuestra experiencia terrenal, ante los desafíos que se yerguen como montañas imponentes en nuestro camino, el mismo Creador que ha tejido la maravilla del cosmos, conoce cada recoveco de nuestras almas y presenta ante nosotros una solución única y perfecta para cada problema, para cada encrucijada, guiándonos con su mano amorosa hacia la calma y el entendimiento.
Y cuando el corazón se ve teñido por la melancolía y la tristeza amenaza con enturbiar nuestros días, descansamos en la certeza de que Dios ofrece un alivio sanador y confortador para cada tristeza que nos embarga, como un bálsamo que suaviza las heridas emocionales y nos invita a mirar con esperanza hacia el futuro.
Así como la luz del sol irradia su fulgor para disipar las sombras de la noche, la presencia divina brilla en nuestra vida, disipando las dudas y los temores, ofreciendo una luz que nos guía, una luz que nunca se apaga, una luz que nos acompaña en los momentos de incertidumbre, asegurándonos que nunca estamos solos en este vasto y asombroso viaje.
Y al despertar con la aurora de cada nuevo día, en el lienzo en blanco del tiempo que se despliega ante nosotros, encontramos con asombro y humildad que Dios ha trazado con amor un hermoso plan para cada jornada, un plan repleto de oportunidades, desafíos y bendiciones, que nos insta a abrazar la vida con valentía y gratitud, sabiendo que cada paso es guiado por Su mano amorosa.
Así, en la plenitud de nuestro corazón, declaramos con fervor: SÉ FELIZ, en la seguridad de que Dios, con su providencia divina, nos acompaña en cada instante, forjando nuestro destino con amor eterno y trazando un camino que conduce a la plenitud de nuestras almas. Amén.