En este jueves, en el amanecer dorado que ilumina el horizonte, elevo mi voz hacia los cielos y me dirijo a ti, Amado Dios, con fervorosa humildad. Con manos entrelazadas y corazón abierto, imploro que apartes de mi vida cualquier tristeza o preocupación que me agobie y enturbie mi camino.
Dame la fortaleza necesaria para afrontar los retos que se presenten, el valor para enfrentar las adversidades con entereza y la sabiduría para discernir las decisiones que trazarán mi destino. Confiadamente te pido, en este día que se despliega ante mí, que guíes mis pasos por sendas de luz y esperanza.
Derrama tu bendición sobre cada paso que dé, que sea guiado por tu amor y protección, sintiendo tu presencia como un bálsamo reconfortante en cada instante. Que tus manos divinas sostengan mi alma y que tu mirada infinita ilumine mi sendero.
En este jueves que nace, me entrego a tu voluntad con gratitud y entrega, sabiendo que tu sabiduría es suprema y tu amor infinito. AMÉN.