Amado Dios,
Hoy, en este nuevo amanecer, me detengo para expresar mi gratitud sincera. No necesito palabras rebuscadas para hablar contigo, simplemente quiero decir gracias por este nuevo día de vida que me has regalado.
Quiero tomar un instante para dirigirme a Ti, pero esta vez no será para pedirte algo, sino para agradecerte. A veces olvidamos cuán importantes son los regalos cotidianos, cuán hermosa es la vida que nos das. Te agradezco por el milagro de despertar cada día y contemplar el mundo que Tú has creado. Por el milagro de respirar, de sentir el sol en mi rostro y la brisa en mi piel.
Gracias, Señor, por cada experiencia, por las alegrías y los desafíos, por las amistades y las lecciones que me has brindado en este viaje llamado vida. Te agradezco por la oportunidad de crecer, de amar, de aprender, y de ser una mejor persona. Por el amor de mi familia, la amistad de mis seres queridos y la compañía de quienes me rodean.
¡Qué hermoso es caminar cada día en tu compañía! Saber que Tú estás a mi lado, guiando mis pasos, sosteniéndome en momentos de debilidad y regalándome tu amor inquebrantable es un regalo invaluable. Te agradezco por tu presencia constante en mi vida, por escuchar mis alegrías y mis tristezas, por ser mi refugio y mi fortaleza.
Hoy, quiero recordar que la vida en sí es un regalo, y en cada nuevo día encuentro motivos para sonreír, para amar, y para apreciar la belleza que Tú has creado en este mundo. Así que, Amado Dios, te agradezco por cada día que me das, por cada momento, y por cada oportunidad que encuentro en el camino.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, elevo esta oración de gratitud. Amén.