«Amado Dios, en este martes te elevo mi gratitud sincera por todas las bendiciones que has derramado sobre mi vida. Gracias, porque sé que tu amor y protección están presentes en cada rincón de mi existencia. Me siento profundamente afortunado de poder contar con tu constante presencia.
Te agradezco por la paz que siento en mi hogar, donde se respira armonía y cariño, donde mi familia se apoya mutuamente y celebra las alegrías de la vida, superando juntos los desafíos que se presentan.
En este día, te doy gracias por esos amigos leales que has puesto en mi camino, quienes comparten risas, lágrimas, y cuyas compañías hacen mi vida más rica y significativa.
Gracias por el trabajo que me has brindado, una oportunidad para crecer y desarrollar mis habilidades, y una vía para contribuir al bienestar de otros. Agradezco la posibilidad de aprender y mejorar cada día, así como los logros alcanzados y los retos que me hacen más fuerte.
Asimismo, agradezco por la ciudad en la que vivo, con su riqueza cultural, sus espacios verdes y su vibrante comunidad. Te pido que bendigas a cada habitante de este lugar, que tu amor y sabiduría guíen a quienes toman decisiones importantes, buscando siempre el bienestar común.
Dios amado, reconozco que la vida puede ser un camino incierto y lleno de desafíos, pero confío en que siempre estás presente, guiándome por senderos seguros y brindándome fuerzas para enfrentar cualquier adversidad. Sé que tu plan para mí es perfecto, y que cada experiencia, ya sea de gozo o de dolor, tiene un propósito.
Por todo esto, elevo mi voz con esperanza y fe, sabiendo que estás escuchando mis plegarias. Renuevo mi compromiso de seguir tus enseñanzas, de amar a mis semejantes y de ser una luz en el mundo.
Que este martes y todos los días de mi vida estén colmados de tu amor, tu sabiduría y tu bendición. AMÉN.»