Amado Dios,
En este día que amanece, quiero elevar mi voz con un corazón rebosante de gratitud. Gracias, Señor, por la dicha de vivir este nuevo día. Cada mañana que despierto, me regalas la oportunidad de contemplar tu bella creación, y eso llena mi corazón de asombro y alegría.
Gracias por abrir mis ojos a la maravilla de tu mundo, por las montañas majestuosas, los cielos estrellados y los cantos de las aves que alegran mis días. En cada detalle de tu creación, puedo sentir tu amor y tu infinita sabiduría.
Y, sobre todo, gracias por tomar siempre mi mano y guiarme por senderos de amor, alegría y prosperidad. Tú eres mi refugio, mi guía constante, mi compañero fiel en esta jornada de la vida. En tus manos seguras encuentro consuelo y dirección, y por eso, mi corazón se llena de gratitud.
En este día, Amado Dios, te entrego mis pensamientos, mis acciones y mis sueños. Que todo lo que haga sea un reflejo de tu amor y tu bondad. Que cada paso que dé me acerque más a ti y me permita compartir tu amor con aquellos que me rodean.
Amado Dios, en esta sencilla plegaria, quiero decirte una vez más: ¡Gracias! Gracias por tu amor eterno, por tu cuidado constante y por este día que me regalas. Amén.