Todo lo que se pone en las manos de Dios se multiplica. En este domingo especial, quiero entregarte, Señor, mi vida entera. Te confío cada paso que doy, cada decisión que tomo, y cada sueño que habita en mi corazón. Sé que al poner mi vida en tus manos, Tú multiplicarás mi alegría, me guiarás hacia el bienestar, y derramarás tus bendiciones sobre mí y sobre aquellos que me rodean. En tu infinita sabiduría, sabes lo que es mejor para mí, y en tu amor perfecto, sé que me llevarás por el camino que conduce a la verdadera paz y felicidad.
En este día, quiero darte las gracias por todas las bendiciones que ya has puesto en mi vida. Gracias por mi familia, por mis amigos, por mi trabajo, y por todo lo que me rodea. Te pido que sigas multiplicando no solo mis alegrías, sino también mis fuerzas, para que pueda superar cualquier obstáculo que se presente en mi camino. Multiplica mi fe, para que nunca dude de tu poder y tu amor, y multiplica también mi capacidad de amar y servir a los demás, como tú nos enseñas a hacer cada día.
Confío plenamente en ti, Señor. En tus manos pongo mi salud, mi bienestar, y mis más profundas aspiraciones, sabiendo que Tú, en tu infinita bondad, multiplicarás todo aquello que es bueno y me conducirás hacia la abundancia espiritual y emocional. Hoy y siempre, pongo mi vida en tus manos, con la certeza de que en ellas todo se multiplica. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.