AMADO DIOS, gracias por colmar mis días de paz, dicha y bendiciones.
Mi vida es plena y feliz gracias a Ti; cada día que pasa te necesito más junto a mí, por favor nunca te apartes de mi lado, amén.
Al levantarme cada mañana y contemplar las maravillas de tu creación, no puedo evitar sentir una profunda gratitud por todas las bendiciones que has derramado sobre mi vida. La paz que inunda mis días es un testimonio de tu amor y cuidado constantes, y la dicha que experimento a cada momento me recuerda cuán afortunado soy de contar con tu presencia.
En cada risa compartida, en cada éxito alcanzado, en cada momento de tranquilidad y en cada pequeño detalle cotidiano, veo reflejada tu mano generosa que moldea mi existencia con ternura y compasión. Mi vida, plena y feliz, es un regalo que proviene de tu infinita bondad, y por ello te doy gracias desde lo más profundo de mi corazón.
A medida que los días pasan, mi necesidad de ti se hace más evidente. En cada desafío que enfrento, en cada duda que surge, en cada tristeza que intenta nublar mi ánimo, recurro a ti, buscando tu guía y tu consuelo. Eres mi refugio y mi fortaleza, y sin ti, mi camino sería incierto y solitario.
Te ruego, amado Dios, que nunca te apartes de mi lado. Que tu presencia continúe siendo mi faro en los momentos oscuros, mi fuente de alegría en los momentos de celebración, y mi sustento en los momentos de necesidad. Que tu amor siga siendo la luz que ilumina mi vida, dándome la seguridad y la confianza para seguir adelante con fe y esperanza.
Gracias por estar siempre conmigo, por escuchar mis plegarias y por brindarme tu protección y tu amor incondicional. En este día y en todos los días por venir, te pido que sigas colmando mi vida de paz, dicha y bendiciones, y que nunca me falte tu divina compañía.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, amén.