«Amado Dios, en este día me acerco a Ti con humildad y confianza. Reconozco que el dolor y las heridas del pasado han dejado marcas en mi corazón, y hoy decido liberar todo ese peso que me ha lastimado. Con sinceridad y valentía, dejo en tus manos mis cargas y renuevo mi fe en tu poder sanador.
Te pido, Señor, que me envuelvas con tu amor infinito, que sea un bálsamo para mi alma y que me brinde consuelo en medio de cualquier tribulación. Concede paz a mi mente, fortaleza a mi espíritu y sanidad a mi corazón herido. Permíteme sentir tu presencia cercana en cada momento de este nuevo martes.
Toma mi mano, oh Dios misericordioso, y guía mis pasos por senderos de luz y esperanza. Ilumina mi camino con tu sabiduría divina para que tome decisiones que reflejen tu voluntad y que sean para mi bienestar y el de quienes me rodean.
Que este día sea una oportunidad para experimentar tu gracia transformadora y tu poder restaurador. Confío en que tus planes para mí son de bien y que en tu amor encuentro la verdadera sanidad. Amén.»