Amado Dios, en este día que me has regalado, elevo mi corazón en gratitud por el don precioso de la vida. Hoy puedo respirar, moverme y sentir el bienestar que solo Tú, en tu infinita bondad, me brindas. Gracias porque me sostienes con tu amor incondicional, permitiéndome disfrutar de la salud y de las bendiciones que día a día derramas sobre mí. Reconozco que cada nuevo amanecer es una oportunidad para acercarme más a Ti, para valorar lo que tengo y para dar gracias por todo lo que has hecho y seguirás haciendo en mi vida. Eres el origen de todo lo bueno, y por eso hoy te alabo con todo mi ser.
Te pido, Señor, que en este día guíes mis pasos con tu sabiduría y me muestres el camino correcto en cada decisión que tome. A veces el sendero es incierto y los desafíos se presentan sin aviso, pero confío plenamente en que, bajo tu dirección, podré avanzar con seguridad. No permitas que el temor o la duda desvíen mi mirada de Ti. Te pido que nunca me desampares, que tu mano protectora siempre esté sobre mí, dándome la confianza de que, aunque las circunstancias sean difíciles, siempre estarás a mi lado. Tú eres mi refugio y mi fortaleza en medio de cualquier tormenta.
Líbrame, Dios mío, de todo mal que pueda acecharme en este día. Que tu presencia sea mi escudo, protegiéndome de cualquier peligro o adversidad. Gracias por ser mi guardián fiel y por cuidar de mí en todo momento. Con la certeza de tu amor y protección, proclamo con fe y devoción: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.