Amado Dios, en este momento sagrado de comunión contigo, elevo mi voz en acción de gracias por el regalo incomparable de un nuevo día que comienza bajo el resplandor de tu amor infinito. Con humildad y reverencia, deposito en tus manos divinas este sábado que se abre ante mí, reconociendo que cada instante de vida es un don precioso que solo Tú puedes otorgar.
Te pido, Señor, que derrames tus bendiciones sobre mi hogar y mi familia en este día y en todos los días que estén por venir. Que tu mano poderosa y amorosa proteja nuestros corazones y nuestras vidas, y que nunca nos falte la salud para seguir adelante, el amor para sostenernos mutuamente, la paz para habitar en nuestros hogares y la luz de tu presencia para iluminar nuestros caminos.
Permítenos experimentar tu compañía constante en cada momento, sintiendo tu amoroso abrazo en los momentos de alegría y en los tiempos de prueba. Que tu Espíritu Santo habite en medio de nosotros, guiándonos con sabiduría divina y fortaleciendo nuestro vínculo familiar con lazos indestructibles de amor y unidad.
Que este sábado sea un día marcado por la gratitud y la alabanza a tu nombre, oh Dios, reconociendo que todo lo bueno que recibimos proviene de ti, el Dador de toda buena dádiva. Que nuestros corazones se llenen de alegría y esperanza al saber que Tú estás con nosotros en todo momento, obrando en nuestras vidas de formas que superan todo entendimiento humano.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, te ofrezco esta oración, confiando en tu bondad y en tu fidelidad eterna. Amén.