AMADO DIOS, en ti encuentro refugio, consuelo, dirección y fuerza. Eres como el sólido roble al que acude el pájaro en medio de la tormenta, brindándome seguridad y amparo en cada instante de mi existencia. En los momentos de incertidumbre, eres mi luz que ilumina el camino, mostrándome la senda a seguir con claridad y certeza. En las horas de debilidad, eres mi fortaleza, infundiendo en mí el valor y la determinación necesarios para enfrentar los desafíos que se presentan ante mí.
Solo tú, oh Señor, tienes el poder de calmar las aguas turbulentas de mi alma y de llenar mi corazón con una paz que sobrepasa todo entendimiento humano. En tu presencia, encuentro la tranquilidad que tanto anhelo, la serenidad que me permite descansar en medio de las tormentas y la confianza que me impulsa a seguir adelante, sabiendo que estás a mi lado en todo momento.
En este nuevo día que se abre ante mí, pongo mi confianza en ti, amado Dios. Sé que en tu amor infinito, este día será una oportunidad para experimentar tu gracia y tu favor de maneras nuevas y sorprendentes. Confío en que bajo tu cuidado amoroso, este día estará lleno de maravillas y prodigios, donde cada momento será una manifestación de tu poder y tu bondad.
Permíteme, oh Señor, ser consciente de tu presencia en cada aspecto de mi día. Que pueda sentir tu mano amorosa guiándome y sosteniéndome en cada paso que doy. Que tu Espíritu Santo me dirija en mis decisiones y acciones, para que pueda vivir de acuerdo a tu voluntad y honrarte en todo lo que hago.
Que este día esté lleno de serenidad, maravillas y favores, como una expresión tangible de tu amor y tu gracia en mi vida. Que pueda ser testigo de tus milagros y bendiciones, reconociendo tu mano poderosa obrando en medio de mi cotidianidad. Que mi corazón rebosante de gratitud te alabe y te glorifique por todas las maravillas que realizas en mi vida, y que mi vida sea un testimonio viviente de tu amor inagotable.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, amén.