Hoy, en este momento sagrado de conexión con lo divino, libero las cadenas que me atan al pasado y abrazo plenamente el regalo del presente. Reconozco la infinita bondad de Dios que se manifiesta en cada latido de mi corazón, en cada respiración que tomo y en cada experiencia que vivo. En este instante, doy gracias a Dios por su amor incondicional que me envuelve y me sostiene, por todo lo que tengo y por todo lo que soy.
Con gratitud en el corazón, reconozco las bendiciones que fluyen en mi vida, siempre presentes en cada nuevo amanecer. Que cada rayo de luz que ilumina el horizonte sea un recordatorio de la generosidad divina, un llamado a apreciar la belleza que nos rodea y a valorar los dones que hemos recibido.
En este aquí y ahora, me sumerjo en la gratitud y el amor, sabiendo que en la presencia de Dios encuentro la plenitud y la paz que trascienden cualquier circunstancia. Que mi corazón se llene de alegría al reconocer la abundancia de bendiciones que me rodean, desde las más simples hasta las más extraordinarias.
Que cada día sea una oportunidad para celebrar la vida y para expresar mi amor y gratitud hacia Dios y hacia todos aquellos que enriquecen mi existencia. Que mis acciones reflejen la bondad y la compasión que fluyen del amor divino, y que mi vida sea un testimonio vivo de la gracia que nos rodea.
Responde AMÉN si tú confías y sabes que este será un gran día.