Amado Dios,
Hoy, al abrir los ojos a un nuevo día de vida, me postro ante Ti con un corazón lleno de gratitud. No necesito palabras rebuscadas para expresar lo que siento, solo deseo decir gracias por este regalo que es la vida.
No te aflijas, nos enseñas, porque Tú siempre tienes una llave para cada puerta que se cierra. Eres la luz que ilumina nuestros caminos cuando todo parece oscuro. Eres la guía que nos lleva a través de los momentos de incertidumbre y duda. Tú eres la solución para cada problema que enfrentamos, y en tus manos encontramos consuelo en medio de la tristeza.
Señor, en este nuevo día, quiero recordar que Tú eres la respuesta a todas nuestras preocupaciones. Tú eres el alivio para cada carga que llevamos en el corazón. Nos enseñas a confiar en que en cada desafío, en cada obstáculo, Tú estás presente, obrando en nuestras vidas de maneras que a veces no podemos entender en el momento, pero que a largo plazo son parte de Tu hermoso plan.
En medio de las sombras de la vida, nos das la luz de Tu amor y la esperanza en un futuro mejor. Nos recuerdas que, incluso en los momentos más difíciles, Tú tienes un hermoso plan para cada nuevo día. Nos guías a través de las tormentas hacia aguas más tranquilas.
Te agradecemos, Amado Dios, por Tu amor inquebrantable y por ser nuestro refugio en momentos de dificultad. Ayúdanos a mantener nuestra fe, a confiar en que Tú siempre estás cuidando de nosotros, sin importar las circunstancias. Fortalécenos en la creencia de que tus planes son perfectos y que trabajas todo para bien.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, amén.