Amado y misericordioso Dios, me postro ante Ti en esta hora de necesidad, buscando tu protección y fortaleza ante las adversidades que puedan acechar. Reconozco que en este mundo, las fuerzas negativas y malignas intentan acercarse para perturbar mi paz, pero confío en tu poder infinito para alejar todo mal.
Te imploro, Señor, que despliegues tu escudo de amor y luz alrededor de mí, formando una barrera infranqueable que evite que el enemigo se acerque. Llena mi ser con tu Espíritu Santo, para que su presencia constante sea un faro que disipe las sombras y proteja mi mente, mi corazón y mi alma de cualquier influencia dañina.
Encomiendo a tus manos poderosas todas mis preocupaciones, temores y debilidades, sabiendo que eres el Defensor y Salvador supremo. Capacítame para discernir los caminos engañosos del enemigo y otórgame la sabiduría necesaria para resistir sus artimañas con valentía y determinación.
Padre celestial, recuerdo tus promesas de estar conmigo en todo momento, asegurando que ningún mal prevalecerá sobre mí. Eres mi Roca y mi Refugio, y bajo tus alas encuentro abrigo seguro. Que tu presencia constante sea mi guía y mi fuerza, permitiendo que camine en victoria sobre las tentaciones y peligros que puedan surgir.
Te agradezco, Dios amoroso, por tu amor incondicional y tu cuidado constante. Que mi fe en ti sea inquebrantable, y que siempre busque tu voluntad y protección en cada paso que dé. En tus manos poderosas dejo mi vida y mis preocupaciones, confiando en que tú eres el guardián que siempre está alerta. Amén.