Dios misericordioso, en este momento de recogimiento al final del día, elevo mi voz hacia Ti con profundo agradecimiento. Reconozco tu bondad y amor incondicional que buscan mi felicidad en cada paso de mi camino. Hoy, como en tantos días, has tejido experiencias que me han permitido sentirme triunfador, y por ello te doy gracias.
Cada batalla librada, cada desafío superado y cada lección aprendida son un testimonio de tu guía constante en mi vida. En esta tranquila noche, me das la oportunidad de reflexionar sobre mis acciones, reconociendo mis aciertos y también los posibles errores que he cometido. Tu luz me ilumina en este proceso de autoevaluación y crecimiento.
Desde lo más profundo de mi ser, agradezco por las bendiciones que me concedes día tras día. Y en especial, te agradezco por el descanso que se avecina, un regalo necesario para reponer mis fuerzas y encarar un nuevo día con renovada energía. Me encomiendo a tu cuidado amoroso y pongo mi confianza en tus manos.
En el nombre de tu hijo amado, Jesús, quien nos mostró el camino de amor y redención, te presento mis palabras y deseos. Amén.