En esta tranquila noche, mi amado Señor, te agradezco por la oportunidad de cerrar otro día de vida. En este momento de serenidad, te pido que me llenes de tu paz divina. Mis pensamientos están inquietos, y las preocupaciones acechan mi mente. Quiero entregarte esas cargas y confiar en que, con tu luz y fortaleza, encontraré soluciones para mis inquietudes. Ayúdame a liberar la angustia que me abruma y a descansar en la certeza de que estás a mi lado.
Derrama sobre mí tu Espíritu Santo como una lluvia suave que calme mis preocupaciones y me cubra con tu amor y protección. Haz de mi corazón un refugio de paz, de modo que nada pueda arrebatar mi tranquilidad. En esta noche, no permitas que el temor se apodere de mí, sino que, al confiar en ti, pueda enfrentar cualquier situación, problema o adversidad con la seguridad de que saldré fortalecido en el nombre de tu amado hijo, Jesús. Amén.