Es un regalo inigualable levantarnos cada día con la convicción profunda de que la presencia amorosa de Dios nos acompaña en cada momento de nuestra existencia. Esta certeza nos llena de paz y confianza para enfrentar cualquier desafío que se presente en nuestro camino, sabiendo que Él nos fortalece y nos guía con sabiduría.
Al despertar con esta fe renovada, abrimos nuestros corazones a la belleza y la plenitud que nos espera en este domingo que comienza. Nos regocijamos en la alegría de estar vivos, en la esperanza que nos inspira a perseguir nuestros sueños con determinación y en la gratitud por las bendiciones que Dios derrama generosamente sobre nosotros.
Que este día esté impregnado de momentos especiales, de risas compartidas con seres queridos, de oportunidades para crecer y aprender, y de la certeza profunda de que estamos rodeados por el amor divino que nos sustenta en todo momento. Amén.