AMADO DIOS, en este nuevo amanecer que se despliega ante nuestros ojos como un lienzo de posibilidades infinitas, deposito con humildad y fervor este día en tus manos divinas, implorando que tu luz guíe cada uno de mis pasos y que tu sabiduría ilumine mi camino.
Te pido, Señor, que derrames tus bendiciones sobre mi hogar, que sea un refugio de paz donde el amor florezca en cada rincón y donde tu presencia sea palpable en cada momento. Que tu gracia envuelva a mi familia, protegiéndola de todo mal y fortaleciendo los lazos que nos unen, para que juntos podamos enfrentar los desafíos que se presenten en nuestro camino. Concede, Dios misericordioso, que nunca nos falte salud, que nuestros cuerpos sean fortalecidos por tu poder sanador y que nuestra mente esté clara y serena para enfrentar los retos diarios. Que nunca nos falte techo, un abrigo seguro que nos proteja de las inclemencias del tiempo y nos brinde calidez y seguridad en cada momento. Que nunca nos falte alimento, el sustento diario que nutre nuestro cuerpo y alma, recordándonos tu generosidad y provisión constante. Y sobre todo, te pido, Señor, que nunca nos falte tu compañía, que tu presencia divina sea nuestro consuelo en los momentos difíciles y nuestra guía en los momentos de incertidumbre. Concede, oh Señor, que en este día y en todos los días de nuestra vida, podamos sentir tu amorosa protección que nos envuelve como un manto sagrado. ¿Quiénes dicen AMÉN ante la magnificencia de tu amor eterno? ¡AMÉN!